Hace más de medio siglo, el 7 de Mayo de 1959, Charles Percy Snow (en la foto) pronunció su célebre conferencia "The Two Cultures and The Scientific Revolution", donde subrayó la existencia de una brecha aparentemente irresoluble entre la ciencia y el arte.
Hacia 1945, el matemático polaco Jacob Bronowski (1908 – 1974) trabajaba en una unidad militar estadounidense analizando los efectos económicos de los bombardeos. En Noviembre de 1945 visitó Nagazaki. Fuertemente conmovido por la devastación causada por la bomba de Plutonio, durante una conferencia titulada “Science and Human Values” que brindara en el MIT a comienzos de la década de 1950 y que luego desarrollaría en un libro homónimo de 1958 [1], Bronowki se preguntaba de quien había sido la culpa de tal horror:
Aproximadamente por la misma época en que Bronowski enunciaba su angustiante pregunta, Roy Lewis y Angus Maude alertaban sobre los peligros de una educación demasiado especializada en el capítulo 14 de su libro "The English Middle Class" [2]. Esta no era una idea nueva, ya Ortega y Gasset había manifestado su preocupación por lo que el llamaba “el barbarismo de la especialización” [3]. Sin embargo, no fue sino hasta fines de la década de 1950 cuando este tema despertó un interés masivo. Posiblemente ello haya ocurrido gracias a la conferencia "The Two Cultures and The Scientific Revolution" pronunciada por Charles Percy Snow en the Senate House de Cambridge el 7 de Mayo de 1959. Esta conferencia se basó en un artículo de igual nombre publicado por Snow en the New Statesman el 6 de Octubre de 1956.
Snow, especialista en física y química formado en Cambridge, ya era en la década de 1950 un personaje público Sin embargo, su notoriedad alcanzó un nivel masivo gracias a dicha conferencia y al libro homónimo que publicó poco después [4, 5]. Como resultado de la tesis de las “dos culturas” Snow recibió más de veinte menciones honorarias en el transcurso de los años 1960. Asimismo, en 1964 fue designado Jefe del recientemente establecido Ministerio de Tecnología británico y portavoz gubernamental sobre asuntos tecnológicos en la Casa de los Lords.
La tesis de Snow era similar a la planteada por Bronowski una década antes. Básicamente cuestionaba la especialización de la formación universitaria, que alejaba al humanista de la ciencia y al científico de la literatura y las artes en general [6] con excepción de la música, ya que una amplia mayoría del centenar de científicos que encuestó manifestaba interés y conocimiento de música.
Snow logró instalar en las comunidades científica y artística la problemática de la distinción entre la ciencia y el arte en términos de contraposición entre la deliberación racional y la percepción subjetiva. En cierto sentido ello se debió a que reforzó la crítica tecnocrática del establishment artístico británico de aquel entonces. A pesar de ello, la tesis de “las dos culturas” tuvo más impacto en el mundo científico que en el artístico, tal como puede observarse en las acciones gubernamentales a las que dio lugar, como por ejemplo el reporte de Lionel Robbins sobre la expansión de la educación universitaria en Inglaterra de 1963, la reforma de la política científica británica, la creación del Ministerio de Tecnología en 1964, y el reporte de John Fulton sobre el Servicio Civil de 1968.
Además de los ya mencionados, la tesis de Snow encuentra varios antecedentes que se remontan a mediados del siglo XIX, cuando Thomas Huxley y Mattew Arnold entablaron un álgido debate, no tanto sobre el tamaño de sus largas patillas, sino sobre el lugar de la ciencia y la cultura en las universidades británicas y sobre el perfil generalista o altamente especializado que habrían de tener sus egresados. Naturalmente, este debate se puede retrotraer también a la discusión entre Diderot y los Enciclopedistas sobre el arte mecánico y el arte liberal, contexto en el cual Diderot había enfatizado que los practicantes de las artes liberales debían adentrarse en las artes mecánicas para despojarse de los prejuicios que los habían afectado.
El planteo de Snow no ha estado libre de críticas, desde la inicial de F. R. Leavis en The Spectator, quien lo acusaba de ser el relacionista público del stablishment científico, hasta la más profunda de Stephen Jay Gould, quien en su libro póstumo The Hedgehog, the Fox, and the Magister's Pox de 2003, argumentaba que la tesis de Snow no sólo fue dañina y corta de vista, sino que tal vez condujo a décadas dedicadas a la construcción de barreras.
La tesis de Snow también ha sido criticada por adolecer de cierta torpeza historiográfica, lo cual es un hecho curioso si se tiene en cuenta que originalmente la tesis de las “dos culturas” se publicó con una introducción de Stefan Collini, un historiador de Cambridge. En ésta, Collini subrayaba que el vínculo entre la revolución científica y el surgimiento de la sociedad industrial había pasado inadvertido para la elite cultural de la época debido a que en ese entonces ya se había instaurado una brecha entre las “dos culturas”. Una brecha que, tal como habían sugerido los compiladores del Oxford English Dictionary, aludía a la emergencia de una acepción de la ciencia sustancialmente distinta a la presente hasta mediados del siglo XIX [7] cuando el científico era todavía definido como un artista. Así, la elite cultural pasó a considerar a la ciencia como un ámbito antagónico del arte que comenzaba donde, al decir de Siún Hanrahan [8], finalizaba “el capricho de la subjetividad”.
Tal como veremos en próximas entradas, han habido y hay -aún hoy en día- varias propuestas para reconciliar este antagonismo. Ya en 1963 el propio Snow definió una perspectiva alternativa en A Second Look at the Two Cultures Problem [8], donde sugirió la emergencia de una tercer cultura que salvaría las diferencias entre artistas y científicos. Si bien estas visiones contribuyeron a achicar la brecha entre “las dos culturas”, no saldaron la discusión en torno al carácter que habría de tener esa tercera cultura. ¿Se trataría de un mediador entre ambos, de una élite científica sensible a las humanidades, de un esfuerzo cooperativo entre artistas y científicos, o de alguna propuesta innovadora, como el movimiento sci-art?... [10]
"Por supuesto es de lo más natural que todos los miembros de la civilización intenten tomar distancia de tales consecuencias culpando a otros. Aquellos a quienes la educación y quizás sus gustos personales han confinado a las humanidades dicen que sólo los científicos son culpables, pues claramente ningún mandarín hizo nunca una bomba o una industria. Los científicos dices, con igual vehemencia, que los estudiosos de Griego y los cándidos catalogadores de pinturas rupestres hacen bien en lavarse sus manos; pero ¡qué están ellos haciendo para ayudar directamente a la sociedad, cuyas desgracias se deben más a la inacción que al error? Pienso que esta absurda división alcanzó su "reductio ad absurdum" cuando uno de mis maestros, el matemático G. H. Hardy, justificó el trabajo de su vida sobre la base de que nunca le había hecho daño a nadie – aunque tampoco le había hecho el bien." [1]
Aproximadamente por la misma época en que Bronowski enunciaba su angustiante pregunta, Roy Lewis y Angus Maude alertaban sobre los peligros de una educación demasiado especializada en el capítulo 14 de su libro "The English Middle Class" [2]. Esta no era una idea nueva, ya Ortega y Gasset había manifestado su preocupación por lo que el llamaba “el barbarismo de la especialización” [3]. Sin embargo, no fue sino hasta fines de la década de 1950 cuando este tema despertó un interés masivo. Posiblemente ello haya ocurrido gracias a la conferencia "The Two Cultures and The Scientific Revolution" pronunciada por Charles Percy Snow en the Senate House de Cambridge el 7 de Mayo de 1959. Esta conferencia se basó en un artículo de igual nombre publicado por Snow en the New Statesman el 6 de Octubre de 1956.
Snow, especialista en física y química formado en Cambridge, ya era en la década de 1950 un personaje público Sin embargo, su notoriedad alcanzó un nivel masivo gracias a dicha conferencia y al libro homónimo que publicó poco después [4, 5]. Como resultado de la tesis de las “dos culturas” Snow recibió más de veinte menciones honorarias en el transcurso de los años 1960. Asimismo, en 1964 fue designado Jefe del recientemente establecido Ministerio de Tecnología británico y portavoz gubernamental sobre asuntos tecnológicos en la Casa de los Lords.
La tesis de Snow era similar a la planteada por Bronowski una década antes. Básicamente cuestionaba la especialización de la formación universitaria, que alejaba al humanista de la ciencia y al científico de la literatura y las artes en general [6] con excepción de la música, ya que una amplia mayoría del centenar de científicos que encuestó manifestaba interés y conocimiento de música.
Snow logró instalar en las comunidades científica y artística la problemática de la distinción entre la ciencia y el arte en términos de contraposición entre la deliberación racional y la percepción subjetiva. En cierto sentido ello se debió a que reforzó la crítica tecnocrática del establishment artístico británico de aquel entonces. A pesar de ello, la tesis de “las dos culturas” tuvo más impacto en el mundo científico que en el artístico, tal como puede observarse en las acciones gubernamentales a las que dio lugar, como por ejemplo el reporte de Lionel Robbins sobre la expansión de la educación universitaria en Inglaterra de 1963, la reforma de la política científica británica, la creación del Ministerio de Tecnología en 1964, y el reporte de John Fulton sobre el Servicio Civil de 1968.
Además de los ya mencionados, la tesis de Snow encuentra varios antecedentes que se remontan a mediados del siglo XIX, cuando Thomas Huxley y Mattew Arnold entablaron un álgido debate, no tanto sobre el tamaño de sus largas patillas, sino sobre el lugar de la ciencia y la cultura en las universidades británicas y sobre el perfil generalista o altamente especializado que habrían de tener sus egresados. Naturalmente, este debate se puede retrotraer también a la discusión entre Diderot y los Enciclopedistas sobre el arte mecánico y el arte liberal, contexto en el cual Diderot había enfatizado que los practicantes de las artes liberales debían adentrarse en las artes mecánicas para despojarse de los prejuicios que los habían afectado.
El planteo de Snow no ha estado libre de críticas, desde la inicial de F. R. Leavis en The Spectator, quien lo acusaba de ser el relacionista público del stablishment científico, hasta la más profunda de Stephen Jay Gould, quien en su libro póstumo The Hedgehog, the Fox, and the Magister's Pox de 2003, argumentaba que la tesis de Snow no sólo fue dañina y corta de vista, sino que tal vez condujo a décadas dedicadas a la construcción de barreras.
La tesis de Snow también ha sido criticada por adolecer de cierta torpeza historiográfica, lo cual es un hecho curioso si se tiene en cuenta que originalmente la tesis de las “dos culturas” se publicó con una introducción de Stefan Collini, un historiador de Cambridge. En ésta, Collini subrayaba que el vínculo entre la revolución científica y el surgimiento de la sociedad industrial había pasado inadvertido para la elite cultural de la época debido a que en ese entonces ya se había instaurado una brecha entre las “dos culturas”. Una brecha que, tal como habían sugerido los compiladores del Oxford English Dictionary, aludía a la emergencia de una acepción de la ciencia sustancialmente distinta a la presente hasta mediados del siglo XIX [7] cuando el científico era todavía definido como un artista. Así, la elite cultural pasó a considerar a la ciencia como un ámbito antagónico del arte que comenzaba donde, al decir de Siún Hanrahan [8], finalizaba “el capricho de la subjetividad”.
Tal como veremos en próximas entradas, han habido y hay -aún hoy en día- varias propuestas para reconciliar este antagonismo. Ya en 1963 el propio Snow definió una perspectiva alternativa en A Second Look at the Two Cultures Problem [8], donde sugirió la emergencia de una tercer cultura que salvaría las diferencias entre artistas y científicos. Si bien estas visiones contribuyeron a achicar la brecha entre “las dos culturas”, no saldaron la discusión en torno al carácter que habría de tener esa tercera cultura. ¿Se trataría de un mediador entre ambos, de una élite científica sensible a las humanidades, de un esfuerzo cooperativo entre artistas y científicos, o de alguna propuesta innovadora, como el movimiento sci-art?... [10]
- J. Bronowski: Science and Human Values (New York: Harper and Row, 1958).
- R. Lewis and A. Maude: The English Middle Class (New York: Alfred A. Knopf, 1950).
- A. Colón Rosado: La Filosofía de la técnica, p. 154 (Puerto Rico, Editorial de la Universidad, 1992).
- C. P. Snow: The Two Cultures, Leonardo, Vol. 23, No. 2/3 (1959).
- C. P. Snow: The Two Cultures (Cambridge University Press, Part 1: 1959, Part 2: 1962)
- V. Gregorian: Technology, Scholarship, and the Humanities: The Implications of Electronic Information, Leonardo 27 (2), 129-133 (1994).
- W. Whewell: The philosophy of the inductive sciences: founded upon their history (J & J J Deighton, 1840).
- Siún Hanrahan: An Exploration of How Objectivity Is Practiced in Art, Leonardo 33 (4), 267-274 (2000)].
- C. P. Snow: The Two Cultures: And a Second Look: An Expanded Version of The Two Cultures and the Scientific Revolution (Cambridge University Press, 1963).
- R. O. Barrachina y A. Reising: La producción de objetos sci-art a partir de recursos representacionales visuales de la ciencia contemporánea, IV Simposio Internacional La representación en la ciencia y el arte (6 al 9 de Mayo de 2009, La Falda, Córdoba).
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