domingo, 29 de mayo de 2011

La escultura atrapada en el mármol

En cada bloque de marmol veo una estatua tan claramente como si estuviese frente a mi formada y perfecta en actitud y acción. Sólo tengo que eliminar las paredes de piedra que la aprisionan, y revelar a otros ojos lo que los míos ya han visto. - H. W. Longfellow: "Estudio de Miguel Angel" [1]

La obra artística como objeto parece presuponer la existencia de un soporte, ya sea el lienzo de una pintura o el mármol de una escultura... Y aún antes de eso, se presupone un espacio y un tiempo donde existen tanto el objeto de arte como su soporte corpóreo. Citando a Isaac Newton (1642 - 1727) [2]
Nada existe o puede existir que no esté relacionado al espacio de alguna manera [...] Aquello que no está en todos lados o en algún lugar no existe, pues cuando algo se postula, se postula también el espacio.
Y lo mismo plantea Newton para la duración, en tanto que ambas son disposiciones del ser, es decir atributos de acuerdo a los cuales denominamos cuantitativamente la presencia y duración de cualquier ser individual [3] Estas ideas parecen guardar resonancias de la afirmación de Simplicio en los Aristotelis categoria commentarium donde dice que

... todo lo que existe está en un lugar y no puede existir sin un lugar. 

Pocas líneas más abajo de la cita anterior, Newton razona que
... aún cuando podemos imaginar que no hay nada en el espacio, no podemos pensar que el espacio no existe, así como no podemos pensar que no hay duración, aún cuando sería posible suponer que nada perdura. 
Ambas ideas están indicando claramente una anterioridad lógica del espacio frente a la materia. Antes de Newton, podemos encontrarlas en la Physiologia de Tommaso Campanella (1568 - 1639), quien dice [4]
Llamo espacio a la sustancia primera, incorpórea, inmóvil, apta para servir de receptáculo a todo cuerpo.
o en el Sytagma philosophicum de Pierre Gassendi (1592 - 1655) [5]
Las conclusiones que se pueden sacar con certeza son que esos espacios ni implican nada corpóreo, ya sea alguna sustancia o accidente, ni nada incorpóreo o especial "sui generis".
Pasando por Henry More (1614 - 1687) y otros filósofos del Renacimiento, este concepto de la anterioridad lógica del espacio se mantuvo hasta comienzos del siglo XX, tal como muestra el siguiente pasaje de los Principios de Matemática de Bertrand Russell (1872 - 1970), publicado en 1903,
No hay ninguna implicación lógica de otras entidades en el espacio. No se deduce, simplemente por haber espacio, que hay, por consiguiente, cosas en él. Si hemos de creer esto, debemos creerlo basándonos en nuevos fundamentos, o más bien en lo que se denomina la evidencia de los sentidos. Así damos un paso enteramente nuevo.

Esta concepción parece ser opuesta a la de los atomistas griegos del siglo V a. C. quienes, adoptando el lenguaje de los antiguos eleáticos Parménides y Meliso [6], llamaron al espacio como No ser. Sin embargo, Leucipo de Mileto (siglo V a. C.) sólo adoptó el lenguaje pero no el pensamiento eleático, asignándole existencia al No Ser, la existencia del espacio desocupado donde se da el movimiento y la diversidad de la materia. En el pensamiento de Leucipo y Demócrito (460 - 370 a. C.) la existencia del vacío era una conclusión lógica de la suposición de la estructura de la materia, en tanto que aseguraba su discontinuidad y la posibilidad del movimiento.

Ahora, cabe la duda de si los atomistas de la Antigüedad concebían a este vacío como una extensión permeada por todos los cuerpos y permeando a todos los cuerpos, o como una suma de diastemata, es decir de los intervalos que separan a los átomos entre sí. Ambas posibilidades, aunque ontológicamente distintas, implican una misma separabilidad lógica que hace posible el desplazamiento. Sin embargo, mientras que la primera opción implica una anterioridad lógica del espacio respecto a la materia, para la segunda postura es inconcebible el espacio sin materia. El recientemente fallecido físico y filósofo de la Ciencia Max Jammer (13 de Abril de 1915 - 18 de Diciembre de 2010) [7] sostenía esta última opción, señalando que el término "vacío" (kenon), que se refiere al espacio no ocupado, se usaba como sinónimo de "espacio". Además Leucipo usa el adjetivo "poroso" (manon) al describir la estructura del espacio. Pero esta idea de Jammer de que los atomistas consideraban al espacio como disatemata no es mayoritariamente aceptada. Albert Einstein (1879 - 1955), por ejemplo, criticaba esta posición en el mismo prefacio a la obra de Jammer, al opinar que
... la teoría atómica de los antiguos, con sus átomos extendiéndose separadamente unos de otros, presuponía necesariamente un espacio entendido como recipiente de los objetos materiales. 
Para Jammer, en cambio, este concepto se estableció sólo a partir de Lucrecio, quien reinterpretó la descripción que hace Epicuro (341 - 270 a. C.) del universo como "cuerpo y vacío", en el sentido de que los cuerpos están situados "en" el vacío. En De rerum natura, Lucrecio (99 - 55 a. C.) dice que [8]
Toda la naturaleza, pues, como existe, por sí misma, está fundada en dos cosas: hay cuerpos y hay un vacío en el cual estos cuerpos están situados y a través del cual se mueven [9]. 
De esta manera, aún cuando proclamara que la materia era la única realidad, al acentuar la idea de que la materia se mueve “en” el espacio, Lucrecio estaba suponiendo una clara distinción entre el recipiente espacial, inmutable e independiente, y su contenido material accesorio y contingente. Accesorio, en tanto que necesita del espacio para su existencia, y contingente, en el sentido de que su ocupación de ciertas posiciones es accidental y variable, opuesta a las relaciones geométricas intemporales entre esas mismas posiciones.

Este mismo proceso, por el cual se terminó haciendo explícita la anterioridad lógica del espacio sobre la materia, se dio también en un nivel más abstracto, donde mientras la Nada era autosuficiente y afirmativa, el Ser requería una razón suficiente para su existencia. Tal como expresó Martin Heidegger (1889 - 1976) al preguntarse 
¿porqué existe cualquier ser, y no precisamente la nada? (1924) 
ó Paul Valéry (1871 - 1945) en su poema "Ebauche d'un serpent" (1922), al decir que

Soleil, soleil !... Faute éclatante !
Toi qui masques la mort, Soleil...
Par d’impénétrables délices,
Toi le plus fier de mes complices
Et de mes pièges le plus haut,
Tu gardes les cœurs de connaître
Que l’univers n’est qu’un défaut
Dans la pureté du Non-être.

Henri Bergson (1859 - 1941) criticó esta tendencia, afirmando que
[uno no puede desembarazarse] de la idea de que lo lleno es un bordado sobre el lienzo del vacío, que el ser está superpuesto sobre la nada, y que en la idea de la nada hay menos que en la de algo (1907).
Según Bergson este convencimiento ilusorio desaparece tan pronto como el No Ser se reconoce como ficción verbal. La existencia no necesita ninguna justificación trascendente, pues sólo aparece como contingente debido a la supuesta anterioridad lógica de la nada. [10].

Pero tomemos esta metáfora del bordado sobre el lienzo del vacío. Al ver una obra de arte inacabada, como por ejemplo la Madonna de Manchester [11]


o las esculturas de los Esclavos,


todas obras de Michelangelo Buonarroti (1475 - 1564), es usual imaginar que ya pre-existía en la tela o el mármol, y que lo que estamos viendo es el proceso por el cual el artista la descubre, la hace visible para nosotros.  Lo mismo puede decirse de una obra musical inconclusa, que posiblemente ya existía en la mente de su creador. En este caso, podemos imaginar que la muerte del compositor nos impide acceder a ella, pero la obra ya existía, real o en potencia, en su mente, ... o al menos eso imaginamos.

Pero ya que esta deshilachada reflexión nos ha llevado a hablar de música, pregunto, ¿cuál es su soporte?... ¿la partitura?... ¿Y qué decir -por ejemplo- de las visualizaciones computacionales? En ellas debemos confrontar nuevos formatos, nuevos soportes. Ya no se trata de un lienzo, de una roca, o de una hoja de papel, sino de un mensaje encriptado en dígitos binarios almacenados en la memoria de una computadora o, como este trozo de texto que aquí concluye, en la ubicua  "nube" del Internet.

  1. ... in every block of marble / I see a statue, -see it as distinctly / As if it stood before me shaped and perfect / In attitude and action. I have only To hew away the stone walls that imprison / The lovely apparition, and reveal it / To other eyes as mine already see it. [The poetical works of Henry Wadsworth Longfellow, Volume 6 (Houghton, Mifflin and company, 1901).]
  2. I. Newton: De Gravitatione et æquipondio fluidorum (Add. Ms. 4003, Cambridge University Library, UK).
  3. En especial Dios es eterno en cuanto a Su duración, e infinito en relación con el espacio en el que está presente.
  4. T. Campanella: Physiologia (París, 1637).
  5. P. Gassendi: Sytagma philosophicum (Florencia, 1727).
  6. Meliso decía que No hay nada vacío, pues el vacío no es nada y lo que no es nada no puede existir.
  7. Max Jammer: Conceptos de Espacio (Editorial Grijalbo, México, 1970).
  8. Tito Lucrecio Caro: De rerum natura, Libro I, 420.
  9. ... nam corpora sunt et inane / haec in quo sita sunt et qua diversa moventur.
  10. Al respecto digamos que este representa un punto central de conflicto de Newton con la filosofía cartesiana. Newton destaca independencia de la materia y el espacio, más allá de que se considere que el espacio es lógicamente y/o temporalmente anterior a la materia o no. Al insistir en la inseparabilidad del espacio respecto de la materia, Descartes estaba atacando directamente esta independencia.
  11. Michelangelo Buonarroti, Madonna and Child with Saint John and Angels, c. 1497, The National Gallery, London.

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